El otro día conocí a un niño que no lee cuentos ni tampoco los escucha, no sé si porque no tiene quién se los lea o porque, sencillamente, no le interesan.
Parece que cada vez son menos los niños que leen cuentos y eso se nota. Se percibe en su manera de plantarse ante el inmenso mundo que se les abre a los ojos, en su manera de "sobrevivir" en el colegio, en sus relaciones sociales y posiblemente en el individuo adulto que llegue a ser.
Es cierto que, afortunadamente, el abanico de ofertas de entretenimiento es cada vez mayor tanto para niños como para adultos y que las nuevas tecnologías aplicadas al ámbito lúdico deslumbran a cualquiera.
Por supuesto.
Sin embargo, todo ello no debería estar reñido con una acción que considero tan intrínseca al ser humano como el arte de narrar y escuchar historias, con igual fantasía y apasionamiento. No en vano, qué es la historia de la humanidad sino una narración, primero oral, luego escrita. Precisamente creo que uno de los primeros acercamientos del ser humano con la Literatura se produce a través del cuento.
El que leen los padres a los niños cuando son pequeños, los que ellos mismos se inventan, los que más tarde pueden leer por sí solos...
El que leen los padres a los niños cuando son pequeños, los que ellos mismos se inventan, los que más tarde pueden leer por sí solos...
De hecho, el cuento es el punto de partida para que el individuo se adentre en otras artes como, por ejemplo, la pintura o la música.
Motivados por el argumento del cuento y sus personajes, los niños dibujan, crean canciones, juegan o inventan la continuación de la historia.
Motivados por el argumento del cuento y sus personajes, los niños dibujan, crean canciones, juegan o inventan la continuación de la historia.
Definitivamente, lo más importante a la hora de leer o contar un cuento es que el proceso no termina con la palabra FIN.
El relato se prolonga más allá, cobra entidad propia y, ya con total libertad, vuela sin límites por los canales de la imaginación que, a su vez, conducen a los vericuetos de la reflexión, al pensamiento más profundo, al juicio crítico y, por lo tanto, a la libertad de pensamiento y expresión.
En fin, ahora que están tan de moda las plataformas en defensa de tantos y tantos temas, ¿Podría tener sentido crear una en defensa del cuento y luchar por esta loable causa?
El relato se prolonga más allá, cobra entidad propia y, ya con total libertad, vuela sin límites por los canales de la imaginación que, a su vez, conducen a los vericuetos de la reflexión, al pensamiento más profundo, al juicio crítico y, por lo tanto, a la libertad de pensamiento y expresión.
En fin, ahora que están tan de moda las plataformas en defensa de tantos y tantos temas, ¿Podría tener sentido crear una en defensa del cuento y luchar por esta loable causa?
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