18 junio 2014

“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”

La vida a veces nos empapa de dolor… nos sacude tan fuerte que parece que no volveremos a levantarnos… nos inunda tanto de lágrimas, que parece que el barco jamás volverá a zarpar, y que las aguas de los ojos se han fundido en la inmensidad de las aguas del océano, perdiendo su entereza, incapaces de recobrarse a sí mismas… El dolor desgarra, rompe de cuajo el alma, cuando es profundo.

Pero como una vez me dijo mi abuelo: "por muy larga que sea la noche, siempre vuelve a asomar un nuevo amanecer". Una cosa es lo que nos sucede y otra bien diferente es cómo lo vivimos, lo que hacemos con ello. A menudo he dicho en este blog que creo que es muy importante aceptar las cosas como vienen, incluso las negativas, para no engañarnos, pero eso no implica quedarse ahí, conformarse, ni tampoco significa regodearse en el fango.

"El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro." Concepción Arenal

Hoy quiero hablar de cómo algunas veces las personas deciden regodearse en el fangoA mí misma, no me han faltado momentos en la vida en que he sentido la necesidad de dar rienda suelta a las lágrimas escuchando una canción triste o alimentando ciertos pensamientos… Algunas personas o en algunos momentos en la vida, asociamos el sufrimiento con la "normalidad" o lo que tiene que ser, hasta el punto de que cuando falta, pensamos que "algo falla", y así, uno encuentra nuevas razones para poder seguir sintiéndose mal. Uno puede incluso llegar a sentirse culpable de sentirse bien, con lo cual acaba de terminar con su bienestar, por el mismo sentimiento de culpa.


"No te rías nunca de las lágrimas de un niño. Todos los dolores son iguales." Lerberghe

"No a todos gusta lo mismo, unos cogen espinas, otros rosas" decía Petronio. Aristóteles, por su parte, en su Ética a Nicómaco decía que "el fin supremo del hombre es la felicidad". ¿Se contradicen ambas frases? ¿Será que hay personas que quieren ser felices y otras que no? ¿Será que sufrir es condición sine qua non de la felicidad? Oscar Wilde en De Profundis expresa que en el dolor se pueden encontrar la felicidad y la paz más profundas. Pero, una cosa es que el dolor forme parte de la felicidad y otra distinta es que la felicidad necesite del dolor para su existencia. Es más, una cosa es el dolor, y otra el sufrimiento.

En otra parte de la misma obra también dice Oscar Wilde:

"si no me quedara un amigo en el mundo; si no hubiera una sola casa abierta para mí siquiera por compasión; si tuviera que aceptar el zurrón y el capote raído de la pura indigencia; mientras me viera libre de resentimiento,dureza y acritud podría afrontar la vida con mucha más calma y confianzaque si mi cuerpo vistiera de púrpura y lino fino, y dentro el alma estuviera enferma de odio."

Aquí, el texto de Wilde parece sugerir que hay una clase de dolor constructivo, y otro destructivo.Un ejemplo de dolor constructivo sería el planteamiento de Frankl: "el interés principal del hombre es encontrar un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que este sufrimiento tenga sentido".

Pero está claro que, por alguna extraña razón, a menudo el ser humano elige esta clase de dolor destructivo, un dolor que va más allá de la experiencia misma, y que es alimentado de forma voluntaria por el sujeto, dirigiéndole más al "análisis-parálisis", al victimismo, o a otras emociones que no llevan a crecer a la persona, y en muchos casos tienen el efecto contrario, de perjudicarle incluso.

La pregunta que me hago es: ¿qué puede motivar esta auto-lesión libre?

"Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento , que él, en el sentido de muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento ilimitada, genial, terrible. Al mismo tiempo comprendí que la base de su sufrimiento no era desprecio del mundo, sino desprecio de sí mismo, pues si bien hablaba sin miramientos y con un sentido demoledor de instituciones y de personas, nunca se excluía a sí, siempre era él mismo el primero contra quien dirigía sus flechas, era el mismo el primero a quien odiaba y negaba…"  El lobo estepario, Herman Hesse.

 
Demonizar el sufrimiento y evitarlo a toda costa es tan peligroso como idolatrarlo; que sea necesario aceptar la parte negativa de las cosas no implica necesariamente regodearse en "el fango"

Por mi experiencia creo que el dolor proviene del ser, y el sufrimiento del ego. Hay algunos procesos del ego que creo que contribuyen a desarrollar el hábito del sufrimiento:

  • El peligro de convertir el sufrimiento en un narcótico

El dolor es una emoción, y como tal nos hace segregar una serie de hormonas. Centrarnos en prolongar una emoción más allá de su causa o generarla fuera de la espontaneidad (aunque sea de forma inconsciente) puede hacer que nos alejemos de la realidad, de las personas y de las experiencias, en favor de vivir en un "cocktail"emocional. En este caso, la mejor forma de salir de esa dependencia es explorar otras emociones, como la alegría, el amor, la compasión…y también permitirse a uno mismo, por supuesto, la ira o la tristeza, pero sin prolongarlas más allá de su experiencia concreta. Equilibrar nuestros estados emocionales nos permite comprender la vida de forma más rica, y no ser esclavos de determinados estados, sino los protagonistas de lo que nos pasa.

  • La creencia de que "para que haya amor o aprendizaje, tiene que haber necesariamente sufrimiento"

Recogemos la información desde nuestras experiencias. Por eso, cuando vivimos una experiencia por primera vez, a falta de más información, asumimos como verdad provisional que la vida es así: como la hemos vivido. Cuando uno siente o vive algo por primera vez, puede llegar a relacionar la experiencia misma con alguno de los elementos de ésta. Me explico: si uno vive por primera vez la emoción de amor vinculada a sufrimiento, el subconsciente asume la creencia de que necesita el sufrimiento para sentir aquello, o que existe alguna correlación. La capacidad de asociar es una propiedad de la inteligencia, y sumamente enriquecedora, ya que permite conectar puentes y transcender diferencias. Sin embargo, es un arma de doble filo. Una cosa es que el dolor que nos viene dado podamos vivirlo como una oportunidad de aprender o crecer, desde una actitud positiva, y otra bien distinta es pensar que para aprender o crecer el sufrimiento es una condición sine qua non.

Por ejemplo, el haber aprendido de la experiencia de la muerte de un ser cercano, o de una crisis, no implica que necesitemos constantemente crear crisis para aprender o crecer. Igualmente, el hecho de que hayamos vivido una relación amorosa cargada de sufrimiento, no implica que el amor sea sufrimiento, o tenga dicho elemento como ingrediente indispensable. Y así ocurre con infinitos temas que a menudo relacionamos de forma directa, cuando en realidad su única conexión es que nos sucedieron de forma simultánea en el tiempo, en nuestra experiencia particular. Caer en sacar conclusiones absolutas de una vivencia concreta es peligroso, porque nos ancla en creencias limitantes, en filtros a la hora de interpretar los siguientes acontecimientos que nos suceden, imposibilitando que los vivamos de forma diferente a nuestras previas vivencias a causa de nuestra pre-disposición, lo cual acaba produciendo la profecía del auto-cumplimiento, condenándonos así a estar en lo cierto acerca de nuestras propias creencias limitantes, pues terminan por cumplirse de tanto creer en ellas, y observar la realidad desde su prisma.

Hay decisiones dolorosas, pero más doloroso es no tomarlas

  • El perfeccionismo extremo: la idea de no vivir en "el mejor de los mundos posibles".

La frase "y si…" nos puede ayudar a soñar, a volar… pero si se convierte en una expectativa, en algo que ocupa incluso más atención para nosotros que lo que de hecho ocurre, nos aleja de la realidad, y nos genera sufrimiento constante, porque siempre estamos creando modelos de lo que debería ser, de lo que necesitamos para poder ser felices, etc. Nuestra capacidad de pensar en hipótesis diferentes es una pieza fundamental de la creatividad y de la actitud inconformista, pero si se alimenta más de lo necesario puede convertirse en un saboteador constante de nuestra felicidad presente, en un escape de la realidad.

La ventaja de que uno tenga el sufrimiento como zona cómoda, es que su zona incómoda es agradable. El reto para estas personas o para esos momentos de la vida es aprender a liberarse de las costumbres citadas arriba, además de otras técnicas para empezar a sentirse bien, como:

  • Divertirse
  • Agradecer las pequeñas cosas de cada día
  • Cuando algo nos duele, aprender a preguntarnos ¿qué puedo aprender de esto? ¿en qué sentido puede convertirse este dolor en una oportunidad para crecer?
  • Poner foco en lo que uno quiere, y en lo que YA tenemos, somos…
  • Dedicar tiempo a lo que a uno le realiza

La gran pregunta para hacerse en este sentido es ¿qué te hace feliz? La vida es demasiado corta como para hacer de ella un mero ensayo… Chaplin lo expresa mucho mejor que yo, por eso os dejo con él…

¡Feliz semana! Y recuerda hacerte la pregunta de Einstein:

¿Eliges vivir en un Universo amigable o en un Universo hostil?-



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