26 junio 2016

No te olvides de mí...

El hombre se siente solo hasta no aceptar su dimensión verdadera: de ser hecho para amar.
Cada uno debe inventar el propio modo de amar: poseemos sólo lo que damos.

La alegría entra en ti, poco a poco invade todo su ser, se vuelve verdaderamente tuya en medida que sabes ofrecerla a los demás.

Ensimismándose en los demás, la alegría crece, se expande, abarca hombre y creación.

El secreto de la felicidad: encontrar la propia alegría en la alegría de los otros.

La amistad hace florecer las flores más bellas, sólo cuando une a Dios.

Nada nos falta y a todos podemos dar algo, porque Tú, Señor, colmas nuestra pobreza.

Mi Dios, cuando una tarde borrascosa, no venga a pedirte una mano, es porque he perdido el camino... aquella tarde te ruego, no te olvides de mí.

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