30 mayo 2020

Breve meditación.-

Cuando hablamos de que a alguien le arde el sol en las manos lo que estamos diciendo es que tiene la vida llena, radiante, que sus años han sido luminosos como antorchas, que tuvo una gran ilusión que dio sentido a sus horas, que estuvo vivo… Personas que cuando pasan a nuestro lado, dejan un rastro en nuestro recuerdo, en nuestras vidas. Porque tienen luz, porque sus almas están llenas y despiertas.

Pero esa luz hay que saber recogerla. 

Y hay que empezar por tener las manos abiertas y no como los egoístas, cerradas y empuñadas. 



Tiene la luz por su mérito y su esfuerzo, y, naturalmente, no se conquista en un día: se van acumulando trozos de luz, pedacitos de amor.

Pero el milagro dos es saber repartir esa luz. La luz, por su propia naturaleza, es para compartir y repartir. No se da a los hombres para meterla debajo de un celemín, sino para ponerla sobre el candelero y que alumbre a todos los de la casa y el mundo.

José Luis Martín Descalzo.

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