Te recuerdo sentada en tu pupitre. Con tus trenzas y tus vestidos largos.
Te recuerdo siendo niños, tú, escuchando al profesor.
Yo, con la mirada perdida. A lo mío.
Te recuerdo callada y tímida. Con una sonrisa que deslumbraba tu rostro cada vez que la exhibías. Con una mirada como pocas veces he visto.
Alguna vez girabas la cabeza y ahí me tenías, atontado, soñando despierto con rescatarte de las garras de algún dragón oscuro.
Al rato, sonaba el timbre y ambos volvíamos a nuestras casas. No quería irme.
Quería que fuéramos juntos a algún reino lejano. Quería luchar y morir por ti en mil batallas y torneos.
¿Sabes qué?
En esas, crecimos.
Y volví a verte, ya de adolescente. Mi corazón no pudo resistir la tentación y me declaré. Pensé que existía el destino pero no... Me rechazaste como tantas y tantas mujeres luego...
...como siempre.
Ahora ya somos adultos. Quizás te hayas casado y tal vez tengas hijos. Ójala seas feliz.
Hoy te he vuelto a ver.
Si algún día lees esto, que lo dudo mucho, lo negarás una y mil veces.
Esta mañana, en el metro, nuestras miradas se han vuelto a cruzar por un segundo. A mí me ha dado un vuelco el corazón. Tú, por el contrario, has girado la cabeza hacia otro lado.
Me da igual.
Se que sigo siendo el niño fantasioso que un día conociste. Ya ves, hasta me da por escribir. Tal vez no haya madurado lo suficiente.
Qué más da.
Prefiero ser aquel caballero andante que pasados los años hizo de su brioso corcel un triste rocín.
Y marcha por los caminos, aún, queriendo salvarte.
Publicado por JosAmi en julio 27, 2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario