
respiré profundo, cerré los ojos
una, dos, mil veces,
reteniendo la imagen
que en secreto robé,
atesoré esos segundos
sabiendo que jamés lo olvidaría,
aunque nunca sucedió
mis manos ansiosas se relamían;
bajar con mi dedo por tu espalda,
despertar el dormido escalofrío,
que ronronees como una gata,
pervertir tu sudor con mis besos,
derrapar por la senda del deseo
hacia el fin de un destino sin mundo,
matarte en venus sin ser asesino,
profanar la tumba donde se esconde el sol,
conquistar el monte de tus gemidos,
provocar sonrisas alucinógenas,
no detenerme hasta que lo pidas por favor,
y aun así no alejarme de tu cuerpo,
estimular el dialogo furtivo
de la piel y sus palpitaciones,
cuando agitados llegue el reposo
entre el placer y la campana
que anuncie otro round de la contienda,
como un sueño nuestras noches en vela.
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